UNA LEYENDA QUE SE NIEGA A MORIR: EN LA ÉPOCA DE ALFREDO SADEL


La vida y época del tenor Alfredo Sadel es el centro de atención del último libro que acaba de completar el escritor Carlos Alarico Gómez, quien con anterioridad ha publicado varias obras destinadas al estudio sistemático de la comunicación social, y que hoy nos presenta esta joya literaria, dedicada a una de las glorias venezolanas más admiradas de todos los tiempos. El tenor de Venezuela: Alfredo Sadel… Una leyenda que no muere.


La actual obra que nos presenta el escritor Carlos Alarico Gómez, sobre la vida y obra de nuestro Alfredo Sadel, está sustentada en valiosos documentos que el autor tuvo la oportunidad de consultar, así como de numerosos testimonios provenientes de analistas, amigos y parte de su extensa familia, lo que le permitió ordenar un período muy intenso, en el que Venezuela cambió de una sociedad rural a otra de características diametralmente opuestas, en una atmósfera social que desechó la formalidad del vals para lanzarse en las delicias del bolero, transformando las relaciones románticas –que entonces eran muy rígidas- y escandalizando comprensiblemente la sociedad de los años treinta.

Un aspecto importante de esta investigación va unida al nacimiento y popularización de la radio, lo que influyó radicalmente en el cambio que se va produciendo en el país y que lleva Progresivamente las armoniosas notas del nuevo romanticismo hasta los más recónditos lugares de la geografía nacional.

Sadel absorbió ese entorno en el que se desarrolló su infancia y a temprana edad comenzó su camino hacia el más fulgurante estrellato, convirtiéndose en el cantante más significativo que tuvo el país durante el siglo XX.

En ese sentido puede afirmarse que el popular cantor fue un representante auténtico de esa Venezuela que creció vertiginosamente, casi siempre en forma episódica, viviendo cada cambio con la natural avidez de un joven que a los dieciocho años estaba ya en el inicio de su brillante carrera como cantante profesional. Su inicio fue marcado por un rechazo en Radio Caracas y por una rechifla en el Nuevo Circo, pero no se dejó amilanar por eso y al poco tiempo estaba cosechando los más espectaculares éxitos en los escenarios de la música popular.

La razón de su rápida aceptación en los melómanos de entonces estaba en la naturalidad de su canto melodioso, que comunicaba con ternura y afinación perfecta las letras de los temas que interpretaba, enamorando así tanto a jóvenes, como adultos.

AQUEL CANTOR

Sadel fue un difusor excepcional de la música romántica, dotado de un estilo altamente expresivo, producto de sus estudios y de su disciplina obsesiva por el canto. Su arte y el nombre de Venezuela lo llevó a todos los confines del continente americano, en cuyos escenarios logró un éxito resonante, pero no conforme con ser un ídolo adorado por multitudes tomó la decisión de incursionar en el campo de la ópera, inspirado en su propia fe y en su extraordinaria sensibilidad artística.

El intérprete sanjuanero, locura de las damiselas de la época y expresión integral de la cultura bolerística del país, fue creando su propia técnica, la cual perfeccionaba en la medida en que iba alcanzando madurez. Este libro narra la historia de una época romántica y de un cantor que legó a la eternidad una amplia discografía que abarca más de dos mil canciones.

EL MUSEO DE LA RADIO

Como muchos recordarán, Alfredo Sadel dio sus primeros pasos en la radio venezolana tanto en shows en vivo como a través de sus discos, en aquella época de 78 r.p.m., convirtiéndose desde sus inicios en el primer ídolo de la canción en todo el país. Por esa razón ha sido incorporado al Salón de la Fama del Museo de la Radio, que dirige Oswaldo Yepes, cuyo apoyo fue significativo para la elaboración de esta obra.

El popular cantante no sólo se destacó en la radio. Su figura se proyectó a través del cine y de la televisión convirtiéndose en el personaje más impactante de nuestra música popular, no sólo en Venezuela sino en Latinoamérica y Estados Unidos. La investigación efectuada abarcó una extensa hemerográfica y la revisión de la escasa bibliografía existente sobre el tema, pero las estadísticas de sintonía y de ventas de discos suministradas por el Museo de la Radio fueron claves para poder verificar la popularidad del llamado tenor favorito de Venezuela, nombre que le fue dado por Alfredo Ferrara en Radio Caracas a principios de los años cincuenta.

Sin duda, la mayor aspiración de un escritor es que su obra se lea, pero en el presente caso el autor desea llegar a los artistas de la nueva generación para que visualicen el esfuerzo sistemático que ese humilde venezolano efectuó para encumbrarse en los escenarios más deslumbrantes en los continentes asiático, europeo y americano. La lectura de la obra permitirá a sus amigos y admiradores disfrutar de muchos recuerdos, no sólo sobre Alfredo Sadel y sus canciones, sino también sobre esa época de oro de la radio, el cine y la televisión de Venezuela.